La punzante crítica realizada por el obispo sanisidrense Jorge Casaretto, en torno al juego (bingos y ruletas) no pasó inadvertida para la estructura política. Poniendo su mirada sobre los municipios de Vicente López y San Isidro, donde el ministro de la iglesia cree que penden pedidos para instalar salas de juego, intentó golpear más allá de la estructura local. A nadie podrá escaparle las diferencias existentes entre el gobierno nacional y la Iglesia Católica. Casaretto no sólo carga con el título de obispo, es el responsable de la Pastoral Social. Desde esa posición, el sanisidrense salió a fustigar a los que “alientan la cultura del juego, que tanto daño hace a la familia”. Quedaba claro que su objetivo era sacudir y castigar indirectamente al gobierno nacional. Y marcarle la cancha a aquellos intendentes que miran con buenos ojos el juego oficial. Su cruzada no es individual, viene de la mano de otras diferencias señaladas por Monseñor Bergoglio. Fiel al manejo de poder que viene marcando a lo largo de su rica y en muchos casos contradictoria historia, la Iglesia controla sus dichos con las mismas miserias que el resto de los factores de poder. Y esto se traslada sobre cada comunidad en la que trabaja.Con sus declaraciones, Casaretto puso al descubierto algo que en la Zona Norte viene dando vuelta desde hace años: ¿se instalarán más casinos y bingos?. Y cuando un obispo opina en la región, su voz pesa en las columnas del poder y de la sociedad. Así como no quiere juego, tampoco quiere hoteles alojamiento. De hecho, San Isidro nunca los tuvo. Tampoco quiere educación sexual, aborto, divorcio, y analizar mucho el pasado, y no está mal (para los creyentes), si su fe así lo establece. La historia demuestra que una Iglesia comprometida con un proyecto nacional, siempre da buenos frutos. Caso contrario, los resultados son los tradicionalmente conocidos. Es cierto que para muchos sociólogos y estudiosos del tema, habilitar salas de juego en cercanías de grandes centros urbanos no es lo más aconsejable para la salud de la población. Demás está decir que las fantasías de levantarse con dinero de manera rápida y sencilla alienta a los jugadores. Bastaría pararse en las puertas del casino de Tigre o en el Bingo de San Fernando, para detectar la concurrencia de los sectores más desprotegidos, que son los que más temprano dejan su dinero. El Tigre de Ubieto tuvo su casino. La instalación no fue gratuita, hoy el municipio recibe más de 5 millones de pesos al año. La otra cara de la moneda fue San Isidro. Siempre se ha caracterizado por su fuerte negativa al juego. Aún en estos tiempos, en que no faltan los empresarios que pretenden instalar tragamonedas en el hipódromo. Más preocupados parecen estar en Vicente López. Sucede que los nuevos emprendimientos comerciales -el de Carrefour y De Narváez-, podría traer la presión sobre una administración castigada por juicios penales y los constantes reclamos vecinales. Por lo pronto, el intendente Enrique García, en una reciente reunión mantenida en su despacho con funcionarios y concejales, abordó el tema. Lo que demuestra que acusó recibo de lo dicho por Jorge Casaretto. La reunión fue el pasado 12 y de acuerdo con lo que pudo rescatar Lo Nuestro, se descartó, en principio, cualquier iniciativa que tienda a instalar salas de juego. Pero quienes conocen las entrañas del poder municipal, aseguran que las contradicciones y mentiras en las que suele recaer el intendente, podrían dejar abierta una puerta. Por lo pronto, en recientes declaraciones periodísticas, el imputado abrió la posibilidad para un casino: si el juego viene con obras para la comunidad, no estaría mal visto. El presidente del bloque UCR, Fabián Gnoffo, al momento de ser consultado aseguró que “la primer noticia que tengo, la obtuve cuando leí lo de Casaretto”. Y amplía: “no hay nada de cierto sobre lo dicho, ni en el Concejo Deliberante ni en el Departamento Ejecutivo existe algún pedido al respecto”. Gnoffo dice “que en lo particular, soy una persona que no frecuenta salas de juego, pero realmente no tengo posición tomada, y lo mismo sucede en el bloque”, “llegado el caso -agrega- analizaría y estudiaría el tema”. En tren de especulaciones, el concejal confía que si el juego aportara recursos genuinos para obras concretas hacia la comunidad, por caso viviendas, lo analizaría con la preocupación y responsabilidad del caso. Una postura más distante sostiene la concejal Silvia Maldonado (ARI). Para ella, “lo importante es instalar la cultura del trabajo y no la del juego”. “Me parece -argumenta- que apostar al juego cuando las necesidades y prioridades pasan por otra lado, sería como ir a contramano de lo que la gente que nos votó, quiere”. Maldonado no deja pasar por alto las declaraciones del obispo: si lo dijo es porque seguramente sabrá de algún pedido concreto que esté dando vueltas por algún despacho oficial.
4/28/2008
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1 comentario:
Cito: “Primero, para instalar un bingo o casino, hay que modificar la ley y esto ni siquiera está en la agenda parlamentaria”, explica el legislador, para aclarar que “debatir sobre algo abstracto, donde ni siquiera existe un borrador, cuanto menos, me parece una pérdida de tiempo”. No obstante, Lorenzino cree que “lo correcto (antes de analizar si bingo sí o bingo no), es debatir un modelo de ciudad y sobre el estilo de vida que queremos como comunidad, a partir de ahí saldrá -dice- si son necesarias las salas de juego”, dicho por Guido Lorenzino, Diputado Provincial por el Frente Para la Victoria (FPV). Primero, analizemos lo contradictorio de la noticia: "hay que modificar la ley para instalar un bingo o un casino". ¿De qué ley estamos nosotros hablando? Porque hasta donde yo se, un municipio tiene ORDENANZAS y Vicente López no es una ciudad autónoma de la Provincia. Y porque voy a afirmar porqué es esto una falacia: Si el distrito de Tigre (Pcia. de Buenos Aires), el distrito de San Fernando (Pcia. de Buenos Aires) tienen casino, entonces quiere decir que YA HAY una LEY PROVINCIAL que faculta y da permiso a los municipios a permitir la instalación de estos juegos. Y lo peor de todo; si hablamos que hay en total 22 casinos en la Provincia y que esta política del juego se ha instaurado en la época de Armendáriz y luego continuada en el gobernación de Duhalde, pues creo que al Sr. Diputado no le vendría mal un poco más de asesoriamiento en la historia legislativa de nuestra Provincia. Mi intención no es ofender, pero si pagamos los vecinos los impuestos, entonces queremos de los funcionarios -quienes gracias a nosotros han llegado a ocupar una banca- que gestionen y administren con capacidad, eficiencia y discernimiento, las políticas y el accionar de la Provincia. En respuesta al Concejal Vanelli, disiento a su forma de pensar acerca del tema. No creo prudente ni correcto dar por afirmado que esto es "una batalla perdida" porque sino el día de mañana nos veremos con representantes del pueblo que nos dirán "conformense con lo que hay; esto es lo que hay". Y me alegro que se sepa que la gente juega cada vez más, porque eso quiere decir, y eso le da la razón a la Concejal Silvia Maldonado que hay que volver a instaurar la cultura del trabajo y la del ahorro, porque recordemos que muchos tienen una adicción al juego y gastan o invierten vulgarmente en fichitas cuales luego tienen consecuencias económicas poco favorables.
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