6/29/2008

Igualdad de oportunidades

Hoy en el suplemento Enfoques de La Nación salió una entrevista muy interesante, en la cual un experto (argentino) del Banco Mundial habla sobre un nuevo índice que se esta elaborando sobre la igualdad de acceso a las oportunidades. Me pareció muy interesante, porque es un enfoque bastante nuevo en la cuantificación de la desigualdad, y un cambio muy positivo al respecto.

De más esta decir que un índice que mida que tan iguales son las oportunidades es una herramienta formidable no solo para sociólogos y politólogos, sino también para políticos, en especial desde la CC, donde la igualdad de oportunidades se postula como eje de las políticas.


Marcelo Giugale: "El debate debe ser sobre la inequidad"

Experto del Banco Mundial en programas de lucha contra la pobreza, el economista argentino Marcelo Giugale explica cómo son las nuevas políticas que buscan atender la inequidad en las oportunidades entre los chicos y por qué el BM trabaja en la elaboración de un nuevo Indice de Oportunidad Humana

WASHINGTON.- ¿Hasta qué punto pueden los argentinos trepar -o, también, caer- por la escalera social? ¿Impera el determinismo? Quien nace pobre, ¿puede morir rico? Quien es hijo de analfabetos, ¿puede colgar un título universitario en su casa? Para el economista Marcelo Giugale y un grupo de expertos del Banco Mundial (BM) que él lidera, la respuesta depende de cómo se encare el desafío sobre la desigualdad que domina a América latina desde siempre. Es decir, hay que plantear el problema desde otra perspectiva.

"El término ´desigualdad habla de algo inamovible. Es la percepción que tanto impera en América latina de que tú eres lo que eran tus padres, de que todo está predeterminado, de que tus circunstancias en la infancia determinarán tu futuro en el 95 por ciento de los casos y el resto será englobado como un ´error estadístico . En cambio, si hablamos de ´equidad , el resultado final puede ser desigual pero se apoya en que todos tengan oportunidades parecidas de chicos, y habrá entonces quienes se esfuercen más o tengan más talento o suerte", plantea.

Giugale encarna la movilidad social: nacido en Villa del Parque, estudió becado en la Universidad Católica Argentina (UCA), se doctoró en la London School of Economics, ingresó al Banco Mundial y pasó años en Medio Oriente, la Unión Soviética, Asia Central y los países andinos (una camiseta del seleccionado boliviano en su oficina atestigua su paso por allí, junto a una condecoración oficial). Ahora es director de Política Económica y Programas de Reducción de Pobreza para América Latina del BM.

"El debate político no debería ser tanto sobre la desigualdad de resultados entre los adultos (resultados como el ingreso que perciben), sino sobre la inequidad en las oportunidades entre los chicos, oportunidades como la educación" -propone-, algo que se plasmará en el flamante Indice de Oportunidad Humana que el Banco Mundial difundirá a partir de agosto o septiembre, y que complementará el vigente Indice de Desarrollo Humano. Se apoyará en los datos provistos por un consorcio de investigadores de la región, que incluye a la Universidad Nacional de La Plata y al Instituto de Estudios Económicos Aplicados (IPEA) de Brasil, entre otros. En total, las bases estadísticas cubren muestras de más de 200 millones de chicos en 18 países de la región, apoyados en datos recopilados por las encuestas permanentes de hogares llevadas a cabo desde 1995.

-¿Por qué tanto énfasis en la idea de "equidad de oportunidades"?

-Porque a partir de allí se podrían cambiar completamente las políticas públicas. Comenzaríamos a centrarnos más en aumentar las oportunidades disponibles para la gente. Si no, seguiremos con un debate equivocado, enfocado en los síntomas y no en sus causas, argumenta.

Para Giugale, la clave pasa por equiparar las oportunidades todo lo que sea posible. Estas, a su vez, dependen de dos grandes ejes: el de las "circunstancias" -que están fuera del control de cada uno, "como los padres que se tiene, el color de piel, el género o el lugar donde se vive", enumera- y el del esfuerzo personal, el talento, la suerte o la voluntad que muestre cada uno ante esas oportunidades.

Las circunstancias van más allá, cosa que han verificado con el nuevo índice hasta precisiones insospechadas. "La primera es la educación de tu mamá; la segunda, el salario de tu papá. Y cuando digo ´mamá y ´papá , es exactamente así", subraya. Otra circunstancia clara y limitante, aunque todavía no medible a través de tantos países, son los embarazos de menores de 18 años. "En esos casos, chau oportunidades", dice Giugale.

Esas circunstancias para emparejar también incluyen factores nutricionales durante los primeros dos años de vida, de educación (capacidad y velocidad de lectura al concluir el segundo grado de instrucción primaria), institucionales (acceso a partidas de nacimiento o a títulos de propiedad, entre otras), financieros (¿pueden todos abrir y ser titulares de de cuentas bancarias?) y de infraestructura (transporte, agua potable, electricidad). Así, engloba Giugale, la idea es que, emparejadas las circunstancias todo lo que sea posible -mediante políticas públicas centradas en esa nueva meta-, cada uno pueda depender de sus esfuerzos para desarrollarse. Algo que no sólo promueve para los sectores de menores recursos, sino para aquellos de clase media, que también afrontan un campo competitivo desigual. En su caso, dice, habría que promover un acceso más parejo a la información, con bibliotecas, Internet, disponibilidad de becas y aprendizaje de idiomas. "Para los sectores medios, las oportunidades se incrementan más, sobre todo, con el acceso a la información -distingue-. Inclusive estamos jugando con la idea de si no tendríamos que subsidiar ´sociedades inalámbricas , como una manera de darles una oportunidad a esos sectores medios."

-Pero este índice ¿reafirma la idea de un "determinismo" en América latina o lo atempera?

-Apoyados en todos los datos que ahora tenemos, pensamos que no hay una correlación única entre la desigualdad que vemos entre los adultos y las oportunidades que enfrentan los niños. Es decir, no es cierto que el país que es más desigual entre adultos ofrezca las menores oportunidades para sus chicos. Eso habla de una movilidad social intergeneracional. Mirá.

Giurgale muestra entonces una infografía que divide en cuatro grupos a los países de América latina. Entre los que muestran una relativa baja desigualdad entre adultos, pero también oportunidades bajas para sus chicos, aparecen El Salvador, Jamaica, Paraguay y República Dominicana. Son países con baja movilidad. No son tan desparejos, pero sí son los más cristalizados, si se quiere. Un segundo grupo lo integran Colombia, Bolivia, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y Perú. Son los que ofrecen una "trampa de desigualdad", ya que muestran una desigualdad alta entre adultos y oportunidades bajas para las siguientes generaciones. Son los que están mal y, en ausencia de un mayor énfasis en políticas sociales que mejoren las oportunidades, seguirían así.

El tercer grupo son los de elevada desigualdad pero "en transición", gracias a una mayor oportunidad para sus chicos: Brasil, Chile, Ecuador y México. Son cuatro países desiguales pero cuyo futuro ofrece un mejor horizonte. Y el último grupo abarca a aquellos países que muestran una "relativa equidad" entre adultos y oportunidades relativamente altas para los chicos. Aparecen allí la Argentina, Costa Rica, Uruguay y Venezuela.

-¿Incluso Venezuela?

-No me sorprende que aparezcan Costa Rica o Uruguay. En cierto sentido, sorprende la Argentina, ya que la percepción popular es de inmovilidad social. Y es muy interesante la presencia de Venezuela en esta categoría. La inferencia es que la agenda de oportunidad humana trasciende los "modelos económicos". Esa agenda alienta un debate sobre nuevas políticas públicas porque cambia la concepción: pone el foco sobre quién tiene acceso, cómo se distribuyen los accesos a la educación, la salud, la infraestructura.

-¿Han testeado el índice en algún país que muestre una distribución más equitativa de la riqueza?

-Esa es la idea. Pero otra vez, este índice no aborda si un país es "más igual" o "menos igual", sino quién tiene "acceso". El concepto es ése, "acceso". Cómo están distribuidos los accesos de los niños, por ejemplo, a la educación, la salud o a lo que fuere. O, dicho de otro modo, aun si el acceso es "universal", con la excepción del 1% de la población [de un país], y resulta que ese 1% es de cierto color de piel, de cierta religión o de cierta localidad, entonces este nuevo índice lo penaliza.

-¿Cómo espera que sea recibido el Indice de Oportunidad Humana? ¿Cree que será rechazado o promoverá otras políticas públicas?

-Este tema de la "oportunidad" une, no divide, a diferencia de la "desigualdad". La idea de "oportunidad" encanta tanto a la izquierda como a la derecha. Evo [Morales, el presidente de Bolivia] lo recuerda en su propia historia personal, cuando vendía naranjas al costado de la ruta. Y a la derecha también le encanta, porque "oportunidad" huele a "esfuerzo personal", a diferencia de "desigualdad", que se equipara a "redistribución".

-¿Ha recibido alguna reacción de los gobiernos de la región?

-Ya hay dos países que nos pidieron que hagamos evaluaciones de oportunidad. Los dos primeros fueron Brasil y Chile, mientras que Colombia expresó también su interés, pero no de manera formal. Creo que es una nueva forma de ver la situación.

-¿Cuánto puede influir la aplicación de políticas oficiales sobre la "inequidad" distintas de las tradicionalmente adoptadas contra la "desigualdad"?

-Creo que las políticas públicas pueden ayudar mucho. Por ejemplo, transparentado la información sobre las becas disponibles, pero de manera más amplia con todo un sistema de financiamiento de la educación, incluso la secundaria, para la cual no hay becas. Nosotros estamos pensando que el jardín de infantes debe ser de acceso universal, aun cuando eso implique subsidio directo a los que no pueden pagarlo. El objetivo es intervenir antes del los 5 años, cuando las posibilidades cognitivas, emocionales y sociales son todavía ilimitadas, y el costo de la intervención pública es relativamente bajo. Es en esa edad cuando comienza, o termina, la verdadera oportunidad del individuo.


Por Hugo Alconada Mon

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